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CONEXIÓN

Con todas las experiencias compartidas por las mujeres en mi consulta médica y en los círculos y talleres, y la mía propia me propuse buscar alternativas que nos sirvieran para conectar un proceso tan hermoso y natural y tan rodeado de tabú. Menstruar es algo  natural y cíclico.

Hablando con las abuelas sobre cómo vivían su menstruación no encontré los sentimientos que son evidentes en las generaciones de mujeres menstruantes jóvenes.

Las abuelas recuerdan su etapa menstrual como algo natural y manejable, poca información recibida de sus madres pero aceptación total como signo de su fertilidad y vía para su maternidad. Pocas, muy pocas hablaban de suciedad o asco de su sangre y comentaban a manera de anécdota sobre su paquete de telas dobladas y planchadas y cuidadosamente guardadas listas para el siguiente sangrado.

Decían tranquilamente " mi madre me las hizo", "yo las hacía, cualquier tela usaba" " se dejaban en remojo toda la noche y luego a lavar, eso sí que los hombres no se dieran cuenta de eso"

Muchas sufrieron por la carga de ocultamiento, incluso ante las otras mujeres de la misma casa; la des-conexión del colectivo de mujeres y su poder menstruante ya era evidente desde el siglo antepasado en las comunidades no indígenas.

Las mujeres nativas lo mencionan más naturalmente, ellas menstrúan poco y casi nunca emplean productos para cubrirse, es llamativo observar que en las comunidades originarias no se presentaban ni se presentan las altas tasas de morbilidad asociada a procesos femeninos (hemorragias, quistes, cáncer, miomas).

Luego de mi búsqueda personal y mi reencuentro lunar y conectando con el misterio de lo femenino comienzo a recomendar a las mujeres no sólo a evitar protectores y toallas desechables sino a sembrar sus lunas. Inicialmente mucho rechazo y más aun en el gremio médico.

Seguí mi caminar y por la senda lunar he encontrado otras mujeres conectando su ser lunar. Luego de varias pruebas y varias lunas sale a la luz LÜNICA para apoyar los procesos femeninos y reconciliar, recibir y ofrendar nuestras lunas.

Lúnica... porque tu luna es única.

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